Categoría: Uncategorized

  • ¿Quién soy yo? el día que dejé de definirme por mis heridas

    ¿Quién soy yo? el día que dejé de definirme por mis heridas

    En Sanayama creemos que todo proceso de sanación comienza con la comprensión profunda de nuestra propia historia.

    Este texto nace desde la mirada consciente hacia las heridas que un día dolieron, pero que hoy se transforman en fuerza y propósito. Porque sanar no es olvidar, sino aprender a abrazar lo vivido con amor y gratitud.

    ¿Quién soy?

    Puedo ser muchas cosas y, a la vez, ninguna de ellas. Es quizás la pregunta más difícil que podemos hacernos… te animo a que intentes contestar a esta “sencilla” pregunta.

    Durante mucho tiempo pensé que era mala estudiante, muy inestable y nerviosa, paranoica, rebelde, celosa, impulsiva, contestona… y un sinfín de calificativos más que, para nada, me definen.

    Todo esto no son más que etiquetas que vamos adoptando a lo largo de nuestra vida, pero que en realidad son un grito de auxilio, el síntoma de tantas heridas y tanto dolor acumulado.

    Durante años me sentí víctima. Eran frecuentes los bajones de tristeza desconsolada, sin entender por qué… Esa comprensión llegaría años más tarde.

    Crecí en una familia desestructurada, con violencia de género. El personaje de mi padre en esta vida fue el de un alcohólico maltratador que nos hizo mucho daño y al que hoy amo profundamente. Tuve que vivenciar muchas cosas que, si se tratara de una película, serían no aptas para menores de 16 años.

    Mis padres se separaron cuando yo tenía cuatro años, pero no tardaron en aparecer otros personajes igualmente dañinos para nosotras… Fue una infancia muy difícil, de humillaciones, injusticias e ilusiones rotas.

    A los doce años sufrí bullying en el colegio. No era más que otro escenario, pero con el mismo propósito: reflejar todas las heridas que ya cargaba, incluso las que no eran mías.

    Entré en la adolescencia y comencé a experimentar mucho enfado e ira acumulados de tantos años de sufrimiento. Me volví egoísta con mi familia, no me sentía comprendida, todo era injusto, sentía que el mundo —o más bien, mi familia— era mi peor enemiga.

    No es algo que se aprenda ni que esté recogido en ningún libro; va más allá de la mente egoica. De hecho, sí hay una parte de aprendizaje, pero a través de las experiencias dolorosas que no están para fastidiarte la vida, sino para que aprendas a reconocer tus heridas, esas que te están bloqueando y no te permiten ser quien eres en realidad.

    Cuando sanas, se despliega ante ti todo un sinfín de posibilidades infinitas que antes permanecían veladas.

    Yo soy una chica normal, con estudios normales, con miedos, inseguridades, baja autoestima y muchos traumas. Pero todo ello, al contrario de lo que puedas estar pensando en estos momentos, fue lo que me hizo ser aún más fuerte. Convertí todo eso en mi fortaleza, porque trabajé duro. No fue fácil: hubo muchos tropiezos, mucho dolor y sufrimiento, muchas resistencias, mucho enfado con la vida… hasta que comencé a comprender que todo, absolutamente todo, tiene una razón de ser.

    Dejé mi posición de víctima para coger las riendas y, por primera vez en mi vida, sentir que yo era la única dueña de mi destino. Y así fue cómo descubrí que, detrás del dolor, siempre hay un propósito. Que la vida no te rompe: te moldea, te pule y te enseña a amar lo que eres, incluso con tus grietas.

    Hoy abrazo mi historia con amor, porque sin ella no existiría la mujer que soy ahora: una mujer libre, consciente y en paz con su camino. Cada historia es un viaje de aprendizaje, y cada herida, una oportunidad para renacer.

    En Sanayama Centro de Bienestar Integral acompañamos procesos de transformación desde la comprensión, la escucha y el amor hacia uno mismo. Si sientes que ha llegado el momento de reconectar con tu fuerza interior, aquí encontrarás un espacio seguro para iniciar ese camino.

     Sé el granito de arena que transforma el mundo 💫

    Con amor,
    Mónica Medina