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¿Quién soy yo y cómo llegué al mundo holístico?


Puedo ser muchas cosas y, a la vez, ninguna de ellas.
Es, quizás, la pregunta más difícil que podemos hacernos.
Te animo a que intentes contestar a esta «sencilla» pregunta…
Una etiqueta entre muchas
Sin embargo, sí que llevamos muchas etiquetas.
Una de las mías es la de terapeuta holística.
Una pequeña parte de todo lo que soy, pero que marca el sentido más profundo de mi existencia.
Podría decirse que conocí este mundo por casualidad… pero a estas alturas, ya sabemos que las casualidades no existen.
De Málaga al mundo
Soy natural de Málaga y, aunque llevo más de media vida fuera, siempre la llevo en mi corazón.
He vivido en diferentes lugares que me han enriquecido enormemente: Málaga, Cambridge, Oviedo, Córdoba y, finalmente, Andújar, donde llevo más de 10 años. Es aquí donde he atravesado mis mayores retos, donde he vivido mi transformación y donde, además, he descubierto mi gran vocación.
Aquí, en este lugar lleno de contrastes y aprendizajes, nació Sanayama, mi centro de bienestar, al que dedico mi alma, mi tiempo y mi entrega más profunda. Un espacio creado con amor y propósito, que abrió sus puertas hace ya un año y medio, y desde el que acompaño a otras personas en sus propios procesos de sanación. Con ello, estoy cumpliendo sueños que jamás hubiera imaginado y alcanzado logros que hace unos años me habrían parecido imposibles.
Una familia que es mi base
Además de terapeuta, soy mamá de una maravillosa hija de 12 años y un hijo de 8 que me enseñan cada día a mirar el mundo con otros ojos y a querer superarme como madre y como persona.
Estoy felizmente casada con mi compañero de viaje, mi constante apoyo. Con quien no solo comparto el día a día, sino también el deseo de crecer, aprender y construir un camino juntos. Con él los días nublados son menos grises…
Mi historia: luces y sombras
Soy una chica normal, con estudios normales.
He atravesado muchos procesos en mi vida, con miedos, inseguridades, baja autoestima y muchos traumas.
Pero todo ello, lejos de destruirme, fue lo que me hizo ser aún más fuerte.
Convertí todo eso en mi fortaleza, porque trabajé duro. No fue fácil.
Hubo muchos tropiezos, mucho dolor y sufrimiento, muchas resistencias… mucho enfado con la vida.
Hasta que comencé a comprender que todo, absolutamente todo, tiene una razón de ser.
Abandoné mi posición de víctima para coger las riendas y, por primera vez, sentir que yo era la única dueña de mi destino.
Formación académica y profesional
Siempre me gustaron los idiomas.
Después de vivir un año en Cambridge, Inglaterra, estudié dos años de Filología Inglesa en Oviedo, pero cambié de rumbo y finalmente estudié Dirección de Empresas y Actividades Turísticas (DEAT) en Málaga, formación que completé y que también me ha aportado muchas experiencias enriquecedoras.
En su momento, me definían como un poco veleta, impulsiva y descentrada. Hoy sé que, en realidad, lo que había detrás de todo eso era una gran virtud: no tener miedo al cambio, a equivocarme, a volver a empezar.
Puedo decir con orgullo, que mis decisiones, casi siempre, las he tomado desde el corazón, y aunque en su momento pareciera que no tenían sentido, con el tiempo todo encajó como las piezas de un puzzle.
Y aunque ahora me dedique a algo completamente diferente a lo que estudié en un inicio, todo ha formado parte del camino que me ha traído hasta aquí.
Un giro inesperado
A mis 36 años sufrí una tendinitis del supraespinoso que se fue complicando tanto, que destruyó parte de mí y de mi vida.
Aún no lo sabía, pero acabaría siendo una bendición para todo lo que vino después…
Ese fue mi primer acercamiento a las terapias naturales.
Tras haber intentado de todo —infinitas visitas médicas, diferentes fisios, medicación— nada mejoraba.
Así que la resolución final que me dieron fue la de “ajo y agua”.
¿¿En serio??
El primer paso hacia la sanación
No estaba dispuesta a rendirme.
Me hablaron de la reflexología podal y del reiki.
Yo no tenía ni idea de qué era todo aquello… pero no tenía nada que perder.
En tan solo dos meses ya no quedaba ni rastro de la tendinitis, y yo me sentía mejor que nunca.
Continué durante dos años más en tratamiento, porque no solo sané esa tendinitis (que claramente me estaba queriendo decir algo profundo)…
Como dije antes, bendita tendinitis, porque gracias a ella conocí otras formas de sanar no tan tradicionales, que supusieron un antes y un después en mi forma de vivir y de ver el mundo.
Sané a un nivel mucho más profundo.
Durante ese tiempo también me convertí en Maestra de Reiki.
¡Y este hallazgo me cambió la vida!
De ayudar a los míos… a crear mi camino
Comencé a ayudar a familiares y amigos, y al ver los resultados tan buenos, me sentía feliz.
Siempre me gustó ayudar a otros a sentirse mejor. Desde bien pequeña se me daba de forma natural acompañar y aconsejar a mis amigos, conectar con sus emociones y ofrecerles apoyo. Y, por increíble que pareciera, ahora podía hacerlo de una forma aún más profunda, a través de la energía sanadora del Reiki. Fue como unir piezas que ya existían dentro de mi.
Después me formé en Reflexología Podal, una herramienta maravillosa para equilibrar el cuerpo y liberar emociones retenidas que distorsionan nuestra energía. Continué con Flores de Bach y Aromaterapia Emocional para entender y acompañar aún mejor en procesos emocionales profundos. Más tarde, llegó el Péndulo Hebreo, que me abrió las puertas al mundo energético. Gracias a él comencé a comprender muchas de las vivencias que transité cuando era solo una niña… El Péndulo Hebreo suele ser la pieza clave cuando no hay diagnóstico médico claro, pero las personas siguen sintiéndose enfermas.
Con todo ello empecé a acompañar de una forma más integral los aspectos del cuerpo, la mente, las emociones y la energía. Esto me permitió ofrecer un apoyo completo y sincero a quienes buscan sanar desde su esencia, porque para mi, el bienestar verdadero nace de esa conexión profunda con uno mismo.
Entender para sanar
Todo esto, unido a mi experiencia de vida, ha contribuido a formarme como terapeuta holística.
Pero, sobre todo, me ha llevado a comprender cómo funcionan las emociones, cómo los traumas nos afectan y cómo pueden llegar a enfermarnos…
Personalmente, he sanado gran parte de mi infancia.
He conseguido perdonar a mi padre, que fue una de las personas que más daño me ha hecho en la vida…
Y a quien, hoy, puedo mirar desde el agradecimiento.
Porque sin ese aprendizaje, no sería quien soy.
Sé que aún me queda camino por recorrer, pero ahora cuento con mi más fiel amiga: yo misma. Uno de los mayores retos ha sido aprender a quererme, respetarme y valorarme, así como entrenar a mi mente, esa máquina maravillosa que puede convertirse en nuestra peor enemiga y destruirnos.
Para ti, si estás en ese camino
Ahora quiero tender mi mano a quienes estén atravesando momentos difíciles.
Con mis conocimientos y mi experiencia, estoy segura de que podemos avanzar juntas hacia una vida mejor.
No esperes a que los demás cambien, porque todo cambio real y duradero comienza dentro de ti. Sanar de dentro hacia fuera es la clave.
«Sé el grano de arena que cambia el mundo…»
Con amor,
Mónica Medina
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